jueves, 16 de octubre de 2014

“Filosofa, pero no aquí…”




Dentro de mi formación profesional, he optado además de la Universidad y lo autodidacta, por grupos de estudio no institucionalizados. Entre ellos, hay un círculo de estudio psicoanalítico al que pertenecí por más de siete años y que hace apenas unos días me vi obligado a abandonar por razones totalmente externas a mi voluntad. 

Entre otras acusaciones, se me ha dicho que genero preguntas ajenas al campo psicoanalítico en aras de mostrar inconsistencias y errores de la teoría, es decir, hacer filosofía en donde de lo que se trata es de psicoanálisis. Un argumento en mi contra, es que para estudiar psicoanálisis tenemos que “presuponer” muchas cosas, y a partir de ahí comenzar nuestra disertación. Así mismo, se me acusó de no considerar el interés de mis compañeros de estudio y preguntar algunas cuestiones que únicamente me interesan a mí, por último, también se me dijo que me desenvuelvo en un cómodo papel de ignorante que no asume una postura, para desde ahí sólo preguntar y nunca ser capaz de posicionarme en una perspectiva particular. 

Aun cuando respondí en su momento y a la persona que lanzó tales acusaciones en mi contra, me siento en el deber de responder también en este espacio, ya que estas cuestiones me parecen que rondan en más de un grupo psicoanalítico que marginan a quienes no coinciden cabalmente con la posición que ostentan. 

A la primera acusación sobre realizar cuestionamientos epistemológicos al psicoanálisis, me opongo firmemente a pensar que “hacer psicoanálisis” es únicamente hablar de la clínica. En última instancia, el saber psicoanalítico descansa en una teoría que, se quiera o no, responde a una epistemología y una ontología. Si la manera “correcta” de pensar el psicoanálisis es obviando estos aspectos, y dejándolo de lado en nombre de que “eso es filosofía”, entonces los psicoanalistas estamos condenados a seguir realizando congresos para nosotros mismos, en un onanismo intelectual que se puede presenciar en muchos eventos de grupos psicoanalíticos. 

A la segunda acusación sobre no considerar el interés grupal en mis preguntas y forma de abordar los temas a tratar, me parece absurdo, si no es que ingenuo, pensar que alguien puede lanzar una pregunta genuina esperando ayudar al otro. Un verdadero ejercicio intelectual se realiza con uno mismo, entre colegas y maestros, pero en el último de los casos, las interrogantes lanzadas siempre serán desde la particularidad y el interés único del que las hace, de hecho, los grupos de estudio surgen de la convergencia de intereses comunes pero no por ello idénticos. Lo que quiero expresar, es que pienso que toda pregunta genuina, es particular y nunca en función del grupo. La subjetividad del interés del conocimiento juega un papel fundamental es aquello que formulamos. 

Por último a la tercera acusación, sobre no tomar postura al respecto del psicoanálisis, basta revisar los escritos en este sitio desde el año 2009, en donde públicamente me posiciono al respecto de múltiples cuestiones tanto filosóficas como psicoanalíticas. Doy mi nombre en las diversas redes sociales y en este espacio, para desde aquí, argumentar y defender aquél lugar al que he llegado tras una o muchas reflexiones. Es impertinente hacerme pasar por alguien que no es capaz de tomar posición, para muestra, las decenas de artículos aquí publicados, los seminarios en los que he participado como ponente, así como las conferencias y mis clases universitarias. 

Lamento enormemente haber sido expulsado de un grupo al que le debo no sólo respeto, sino cariño, sin embargo, me encuentro ahora con que no era el lugar para pensar, para dialogar desde otros saberes o para exponer formas alternas de concebir al psicoanálisis. Maestro, lo siento, pero en esta ocasión estoy seguro de que se equivoca, filosofar no sólo es posible, sino necesario, allí y en cualquier otro sitio.