domingo, 11 de septiembre de 2011

La fobia: una pasión del alma


por José Vieyra Rodríguez


El miedo es, sin lugar a dudas, un elemento meramente humano. Si bien los animales pueden experimentar reacciones ante estímulos concretos que activan su sistema nervioso en aras de la búsqueda de la supervivencia, el humano es capaz de experimentar el miedo sin estímulo alguno, pero antes de ello, tiene que aprender a tenerlo, pues de hecho el bebé recién nacido no lo tiene de antemano en su reservorio de conductas naturales.


El ámbito psicológico tiende a simplificar cualquier explicación acerca del miedo, pues comúnmente lo considera un elemento natural, sin embargo, basta cuestionar un poco esto y caemos en cuenta de incongruencias, pues –como hemos dicho– el miedo se aprende, por lo tanto, es imposible considerar un reservorio de temores innatos en la cría humana que le ayuden a orientarse hacia la supervivencia manifestando miedo ante el peligro, cuando precisamente la observación nos muestra que el bebé requiere de la atención constante del otro puesto que no está dotado de instintos que lo guíen hacia tal o cual acción específica, sino solamente de funciones naturales que deben ser cubiertas pero que no es capaz de satisfacerlas por sí mismo, en otras palabras, en el bebé hay pulsiones, mas no instinto.


Continuando con la visión simplista, se considera que es natural tener miedo a tal o cual situación, o bien, tenerlo ante ciertos estímulos concretos, y si sobrepasa el miedo el común denominador que se ha establecido para todos, entonces se le llega a considerar una fobia, pues comparativamente ese miedo no debiera estar presente ni tiene justificación alguna, una vez categorizado como fobia, entonces estamos en el ámbito psicopatológico.


La fobia es conceptualizada por la psicología y la psiquiatría como un “temor marcado, persistente y excesivo o irracional cuando se encuentra en presencia de objetos o situaciones específicos o bien cuando anticipa su aparición.” (DSM IV). Manuales y tratados psicológicos, definen, con pequeñas variaciones, de esta forma a la fobia. Cabe señalar el hecho que se consideran un temor y un miedo como simples sinónimos.


Si bien, fobia no es una palabra que se circunscriba al ámbito “psi”, pues es un vocablo de uso común y vulgar, sin embargo, es interesante que mantiene exactamente el mismo significado que el de los especialistas, por ejemplo, el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la define en su segunda acepción como “temor irracional compulsivo”(sic). Por tanto, es pertinente remitirnos al significado de temor, el cual nos dice que es “pasión del ánimo, que hace huir o rehusar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso”.


Si pretendemos continuar esta línea de investigación, entonces un simple diccionario nos dejará de ser útil pero nos habrá marcado un camino a seguir, pues al hablársenos de pasión del ánimo, estamos ante una forma explicativa de la filosofía clásica.


En primer término, la etimología de fobia es Φόϐος (Phóbos) que para los antiguos griegos significaba huir, relacionándose específicamente con la huída que se da en un campo de batalla, al menos es así como se encuentra su significado con Homero en la Ilíada.


Más adelante Aristóteles considerará a Φόϐος (Phóbos) como una πάθος (Pathos) de la ψυχή (Psyché), es decir, la fobia como una pasión del alma (claramente la RAE retoma el significado aristotélico), pero también es pertinente considerar que para el filósofo estagirita alma no tiene las connotaciones religiosas y modernas, sino que es entendido desde un ámbito naturalista, es decir, de la φύσις (physis), en tanto que los seres vivientes tienen algo que les hace moverse, animarse, a saber, aquello que los anima, el ánima, es decir, el alma (psyché).


Considerar a la fobia como una pasión del alma, abre el camino a una mejor comprensión de la misma, en vez de un método puramente comparativo basado en una normatividad estadística que nada explica pero sí clasifica, la pasión nos posibilita una vía para entender el sufrimiento, en tanto que algo se padece (pasión). Así mismo, si Φόϐος (Phóbos) es huir ante el peligro, entonces es aquella pasión del alma que nos hace escapar de aquello que nos puede dañar (como a los guerreros los hacía retroceder ante batallas perdidas).


Φόϐος (Phóbos), desde Homero y Aristóteles, hasta la fobia de la concepción psicoanalítica, carece de ser de índole natural, pues aquello que es natural no puede ser de otra manera, así como a la piedra no se le puede enseñar a no caer, de la misma manera al Φόϐος (Phóbos) no se le podría enseñar a tenerlo o no, sin embargo, es evidente que esto es así, por tanto, recae fuera del campo de lo natural para adentrarse en el de la costumbre εθος (ethos) –lo aprendido–.


Para Aristóteles, el temeroso (cobarde) está del lado de uno de los extremos, del otro está el temerario (valiente) que de igual forma puede ser perjudicial, por tanto, el justo medio es aquél lugar en el que debemos posicionarnos para una ética vital. Es así como lo explica en su Ética Nicomaquea, y sin “temor” a traicionar el pensamiento aristotélico podemos decir que el “justo medio” es el “justo miedo”.


Cabe preguntarnos por qué la tendencia actual de moralizar a la fobia considerándola un temor irracional, esto sólo hecha más sombra sobre lo que pretende alumbrar, pues de ser irracional no puede ser comprendido, cosa que es falsa pues cualquier psicología que se digne que querer llevar su título debiera prestarse a entender las fobias, mas no a condenarlas. Por otro lado, si fuera irracional en el sentido de ser comprensible que alguien tema a tal o cual situación y otro no, pero no es comprensible que se le tema a algo que no contiene peligro concreto, es decir, racional, entonces seguimos alejados del campo de la razón y estamos en el de la costumbre, hemos demostrado que todo temor es irracional, pues se origina como una pasión mas no como una razón.


Concluyamos abruptamente, o bien la fobia es irracional porque no es producida por la razón, que bajo ese criterio todos los temores lo son, o bien es totalmente racional en tanto es susceptible de ser captada por la razón al igual que el resto de los miedos. De esto se sigue que no puede existir un temor irracional y otro racional, o bien es lo uno, o bien, lo otro.


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Referecias bibliográficas

Aristóteles. Ética Nicomaquea. Ed. Gredos. 1989. España.
Domínguez, V. El miedo en Aristóteles. Psichotema. Vol. 15, 2003. Versión electrónica.
Diccionario Real Academia de la Lengua Española. Versión electrónica.
DSM IV. Versión Electrónica.
Homero. La Ilíada. Ed. Porrúa. 2008. México.